por Salami Mahmud
Desertar, es un hecho viejo, ha existido siempre en la historia de la humanidad, ha existido en occidente, ha existido en oriente, en tiempos de guerra y paz, en partidos políticos de izquierda o de derecha, en movimientos de liberación. Es un fenómeno político-social, y es una manifestación del descontento, del disgusto, de la falta de perspectivas, o meramente de oportunismo.
Aunque nuestra dirección ni siquiera se preocupa en analizarlo de forma objetiva, y lo califica de “traición”, sin más.
Pasar a las líneas del contrario no afecta al bando, no le hace reflexionar sobre su política en los países desarrollados, países con madurez política, países que pisan suelo firme. Pero el efecto negativo no deja sus huellas no solo por esa madurez o experiencia, no deja sus efectos porque la distancia entre un bando y otro, no es tan grande, y el recorrido que hace el desertor no es tan largo, más bien es cómo cambiar de avión, o de autobús, yendo al mismo destino. y por lo tanto no hace falta cambiar nada, ni vestimenta, ni ropa, ni forma de hablar.
No es nuestro caso, la distancia entre nosotros y nuestro enemigo es inmensamente larga, y profunda, una memoria histórica, llena de desafíos, de muertos, de desaparecidos, de encarcelados y de huérfanos, una memoria llena de sufrimientos, difícil de borrar, no solo vale con dar la cara unos segundos, delante de la cámara de algún reportero de la “prestigiosa” televisión del Aaiún. “Y sí te he visto no me acuerdo” cómo se dice, y sobre todo cuando, uno no renuncia voluntariamente sus convicciones.
La dirección del POLISARIO no encuentra obstáculos para considerar la traición un hecho normal, ya que la misma esta presente en la agenda histórica de los directivos del POLISARIO, es un hecho que se repite ocasionalmente siempre y cuando las cosas no anden tan bien para el dirigente.
Pero esta vez es diferente, cuando los desertores son ciudadanos adultos, mujeres madres, y jóvenes que nacieron, crecieron, estudiaron gracias a la revolución, y no han conocido otra cosa que la revolución.
Es preocupante. Y debe de verlo la dirección con ojos de águila, e intentar abrir los ojos a Mohamed Abdelaziz; porque el es quién en definitiva puede tomar las medidas en pro- del funcionamiento de las instituciones, el ejército, la sanidad, la enseñanza, y la alimentación. Medidas concretas, medidas que no van dirigidas al consumo interno, medidas que favorecen a los ciudadanos de a pie. Que cubren un mínimo de necesidades vitales en la vida y la dignidad de las personas Y menos reuniones de la secretaría nacional, menos comunicados, que no sirven más que para poner en evidencia la insolvencia de la dirección, y transmitir mensajes indirectos de tranquilidad y sosiego al enemigo.
Autor:
Salami Mahmud
20.05.10
Desertar, es un hecho viejo, ha existido siempre en la historia de la humanidad, ha existido en occidente, ha existido en oriente, en tiempos de guerra y paz, en partidos políticos de izquierda o de derecha, en movimientos de liberación. Es un fenómeno político-social, y es una manifestación del descontento, del disgusto, de la falta de perspectivas, o meramente de oportunismo.
Aunque nuestra dirección ni siquiera se preocupa en analizarlo de forma objetiva, y lo califica de “traición”, sin más.
Pasar a las líneas del contrario no afecta al bando, no le hace reflexionar sobre su política en los países desarrollados, países con madurez política, países que pisan suelo firme. Pero el efecto negativo no deja sus huellas no solo por esa madurez o experiencia, no deja sus efectos porque la distancia entre un bando y otro, no es tan grande, y el recorrido que hace el desertor no es tan largo, más bien es cómo cambiar de avión, o de autobús, yendo al mismo destino. y por lo tanto no hace falta cambiar nada, ni vestimenta, ni ropa, ni forma de hablar.
No es nuestro caso, la distancia entre nosotros y nuestro enemigo es inmensamente larga, y profunda, una memoria histórica, llena de desafíos, de muertos, de desaparecidos, de encarcelados y de huérfanos, una memoria llena de sufrimientos, difícil de borrar, no solo vale con dar la cara unos segundos, delante de la cámara de algún reportero de la “prestigiosa” televisión del Aaiún. “Y sí te he visto no me acuerdo” cómo se dice, y sobre todo cuando, uno no renuncia voluntariamente sus convicciones.
La dirección del POLISARIO no encuentra obstáculos para considerar la traición un hecho normal, ya que la misma esta presente en la agenda histórica de los directivos del POLISARIO, es un hecho que se repite ocasionalmente siempre y cuando las cosas no anden tan bien para el dirigente.
Pero esta vez es diferente, cuando los desertores son ciudadanos adultos, mujeres madres, y jóvenes que nacieron, crecieron, estudiaron gracias a la revolución, y no han conocido otra cosa que la revolución.
Es preocupante. Y debe de verlo la dirección con ojos de águila, e intentar abrir los ojos a Mohamed Abdelaziz; porque el es quién en definitiva puede tomar las medidas en pro- del funcionamiento de las instituciones, el ejército, la sanidad, la enseñanza, y la alimentación. Medidas concretas, medidas que no van dirigidas al consumo interno, medidas que favorecen a los ciudadanos de a pie. Que cubren un mínimo de necesidades vitales en la vida y la dignidad de las personas Y menos reuniones de la secretaría nacional, menos comunicados, que no sirven más que para poner en evidencia la insolvencia de la dirección, y transmitir mensajes indirectos de tranquilidad y sosiego al enemigo.
Autor:
Salami Mahmud
20.05.10
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